Saturday, March 11, 2006

LA NACION Pagan justos por pecadores


Cierto editor de la radio española comenzaría así esta columna:

Corría el año 1793 en el aún Reino de Francia. Desde que se iniciara el proceso revolucionario de 1789, el país vive sumido en el caos por varios factores.

La Historia se repite. Un nuevo chivo expiatorio, pero que vende cara su piel. Fuente: anibalibarr.com.ar

Primero, la hambruna generalizada, producto de varias cosechas malas ; Segundo, la división política entre los propios adversarios a la monarquía ; Tercero, las guerra civil que asola la paupérrima provincia de Vendée, que apoya al Rey; Cuarto, el constante empuje de las monarquías vecinas que han declarado la guerra a Francia; Quinto, la detención del rey, despectivamente llamado "Luis Capeto" por su reciente intento de fuga del país ; Sexto, el Manifiesto de Brunwich, que provoca la ira del pueblo parisino, y el traslado de la familia real del Palacio de Tuileries a la Bastilla.

Como ya es bien sabido, estos factores, y la necesidad de encontrar un culpable para todos ellos contribuyen a la decapitación del rey por guillotina, el 21 de enero.

Esta misma semana, ha concluido en Buenos Aires el juicio político contra Aníbal Ibarra. 10 votos a favor, y 4 en contra y a pesar de eso la opinión pública se ha decantado mayoritariamente por hacer leña del árbol caído, tildar de "desgraciado" a Ibarra, y en suma, convertirlo en un chivo expiatorio de los trágicos hechos acaecidos en Cromagnon.

La tosca manipulación informativa, por parte de los medios, que ha llevado a intoxicación de la opinión pública argentina, ha provocado que toda opinión divergente tuviera que sumirse en lo que Elizabeth-Noelle Neumann bien denominó la "espiral del silencio". Eso a pesar de la notoriedad de algunas figuras públicas como el político Raúl Alfonsín, o los periodistas Jorge Dorio o Mario Pergolini.

No pretendemos con esto más que una defensa apasionada de Ibarra, porque el enjuiciamiento político en sí sienta un peligroso precedente que no contempla la constitución y que no debería repetirse en una democracia.

Si los políticos tuviesen que ser responsables cada vez que ocurre una desgracia de tal magnitud, los gobiernos caerían con más frecuencia de lo tolerable por los ciudadanos, y la estabilidad democrática tarde o temprano se vería usurpada, más tarde o más temprano por un tirano.

Insistimos, no se puede buscar un chivo expiatorio por esta tragedia, y aunque los familiares no cesen de hacer ruido por ello, los únicos responsables de los hechos son los que dispararon una bengala en el boliche. Lo sé, no es correcto, no es lo que queremos oír, pero es una verdad como una catedral.

Y como le ocurrió al régimen que decapitó a "Luis Capeto", puede terminar presa de un nuevo Napoleón, que escale los escalones de poder del propio régimen, y lo destruya, o puede cambiar, y rehabilitar la figura política de un hombre que ha cometido errores, pero al que se enjuicia por puro capricho y sed de venganza.

Miguel Vinuesa

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