Saturday, February 03, 2007

La infalibilidad del Lehendakari

Malos tiempos para la separación de poderes en España, pero aún peor está el asunto en Vascongadas. Si ser juez ya es difícil, el ser el objetivo de una campaña de desprestigio tal y como la ha organizado el PNV ante la imputación de Ibarreche, es tocar fondo en una democracia.

Porque un juez no es una “parte política”, sino aquel que establece si se ha violado la ley o no. Y sólo por eso, porque el juez no está sometido al terror nacionalista, ya sea batasuno o peneuvista, aunque no distingo entre ambos. El nacionalismo vasco dibuja pues su faceta más tétrica, la de un totalitarismo que se abraza abiertamente a la causa, esto es, la lucha contra “el opresor estado Español”. Una lucha en la que su máximo adalid ya no es un “gudari” que intentó asesinar a doce guardias civiles, sino Juan José Ibarreche que, lejos de amedrentarse por su imputación, se crece, y chulea a la Justicia, diciendo que se ha reunido no una, sino varias veces con los terroristas, y lo seguirá haciendo.

Y frente a estas afrentas al estado de derecho, el Gobierno es incapaz de reaccionar. Salvo el Ministro de Justicia, entrevistado por Fernando Sánchez-Dragó (que está que se sale) el miércoles, nada. Ni el fiscal general va a desvelarse, ni Zapatero condenar su actitud. Son sus socios de Gobierno en la sombra. Todo lo que sirva para mantener al PP cinco años más fuera de la Moncloa.

Todo esto demuestra que el Estado sigue siendo una máquina por lubricar, incapaz de reaccionar ante aquellos que aprovechan sus resquicios legales para acabar con él. Mientras no podamos reaccionar y meter en la cárcel a este y otros muchos chorizos, España seguirá mutilada por ellos.

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