Hace pocos días el anterior secretario de Estado norteamericano, Jim Baker, hacía público un informe que ha sentado mal en la mayoría de sectores republicanos que adhieren a la política exterior de George W. Bus respecto a Irak e Afganistán. Baker hace una “constatación de la derrota”, y en la ONU aprovechan para soltar morcillas del estilo “los iraquíes estaban mejor antes de la guerra”.
La respuesta por parte de esos sectores, que los progres llaman “neocón” ha sido, entre otras, la de John Lewis, historiador que establecía una comparación entre los métodos político-religiosos del Japón en la Segunda Guerra Mundial, métodos prácticamente calcados por el Islam en cuanto al establecimiento de una doctrina totalitaria, alienante, y enemiga de toda libertad.
Lewis, por supuesto, advierte en el error que es utilizar lecciones estratégicas de la victoria norteamericana sobre Japón para utilizar contra el Islam, sin embargo discierne muy claramente entre el peligro de entonces, el Imperio Nipón, y el actual, es decir Irán y Al-Qaida.
También me parece interesante el análisis de ese autor respecto a la determinación que exije la victoria, y que parece que se ha olvidado en EEUU. Yo añadiría incluso que es una determinación de la que Europa está totalmente carente. En nuestro país, Zapatero fue el precursor de una larga lista de desavenencias diplomáticas que le hicieron ganarse una reputación de cobarde y de traidor, delitos por los que debería responder al terminar su mandato.
Pero Lewis lleva razón: si no estamos determinados a la victoria, es completamente estéril el esfuerzo que puedan hacer los soldados en el campo de batalla. Si damos palos de ciego, y no damos una imagen de fuerza, no sólo Estados Unidos, sino Europa entera está en peligro, a merced de sus enemigos, máxime si les damos un libre ingreso en nuestro territorio con el ingreso de Turquía en la Unión Europea.
Es mucho más serio el peligro que corre Europa que Estados Unidos, cuya población musulmana es mucho menor. Tenemos que darnos cuenta, antes de que sea tarde, que sólo la máxima firmeza, y la fuerza de voluntad nos llevarán a una victoria sobre nuestros enemigos. Esperar clemencia de un loco como Amadineyad es jugársela, y yo no estoy dispuesto a perder todo lo que tengo, España incluida, por un psicópata que ha leído el Corán y ha enloquecido.
Miguel Vinuesa
Saturday, December 09, 2006
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