Y al final...

Zapatero ha mostrado por fin sus cartas. En esta partida de Poker macabra, ha demostrado que le importa más la salud de un terrorista que la vida de las 25 víctimas del carnicero, o que las de los dos ecuatorianos que ETA se ha cargado en Barajas. El “proceso de resolución del conflicto”, en palabras de Otegui, no debe detenerse. Lo increíble es que esto no sólo lo piensa el batasuno sino, por los signos que se nos da, también el (des)Gobierno.

De nada, absolutamente nada, han servido ni las movilizaciones de Víctimas del Terrorismo, del Foro de Ermua, de agrupaciones patriotas o de ciudadanos. Ni que mencionar las famosas sesiones de “control” que deberían rebautizarse “sesiones de talante” por el vacío que nos dejan a todos aquellos que aún creemos que los problemas de la Nación se resuelven en el Parlamento. Aunque, les admito, que es una creencia que en mí se desvanece semana tras semana.
Y no sirve de nada, porque zETApé prefiere mofarse de toda oposición. Él conseguirá la “ausencia de violencia” pese a quien le pese. Se muera quien se muera, o se mate a quien se mate. Porque no le interesa ni lo más mínimo lo que los demás tengamos que decir: él va a su bola.

Cabe preguntarnos hasta dónde está dispuesto a llegar Zapatero. Ya hemos visto que ha puesto en cintura a los medios, que pronto los jueces dejarán de ser un problema para él, y que a cualquier iniciativa del PP se le aplica el Pacto del Tinell. Entonces uno se pregunta qué hacer ante el que es imparable. Y cuando se acaban los argumentos legales con los que detener la acción destructiva del Gobierno, cuando ya vemos que no hay marcha atrás, y que la Izquierda más radical aún que IU está en el poder, solo va a caber rezar para que nuestro tránsito a la checa sea rápido e indoloro. Una muerte limpia.