Lo que es una novedad, eso sí, es observar las maquinaciones de un gobierno que de demócrata tiene la etiqueta y nada más, y de unos medios afines que de críticos con el gobierno no tienen nada, que de "independientes", narices, y que son de la mañana porque les da por ahí, porque parece que las noticias se las traen preparadas.
Y cuando la obsesión de un gobierno por destruir la figura de un opositor eficaz como es Eduardo Zaplana, uno de los pocos políticos que le canta sus verdades todos los Miércoles a de la Vega y a ZP, pues esto pasa de claro a oscuro. Sí, sí, es una obsesión. Una cruzada negra contra todo lo que no sea o huela a izquierdas. Y su primera victima es Zaplana. Tiene que ser Zaplana.
Les diré que no está planteada a la ligera: en su estado actual, el PP es un castillo de Naipes, en el que la dedocracia de Aznar ha impuesto a un líder débil, y de los dos "mamporreros" populares, uno balbucea. Cuando algunos líderes regionales flirtean con los nacionalistas -esos mismos que forjaron en pacto del Tinell y que ahora se sacan los ojos-, vemos que ni hay partido ni hay leches. Zaplana está básicamente solo contra el gobierno, y yo le deseo la mejor de las suertes. La verdad es que los hay que los tienen bien puestos, y Zaplana lo ha demostrado ya unas cuantas veces.
Miguel Vinuesa
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