ENTREVISTA A ERIC VALLI
Nacido en Francia hace 54 años, Eric Valli trabajó como ebanista hasta 1983, cuando decidió irse a vivir al Himalaya, donde se convirtió en uno de los mejores fotógrafos. Sus colaboraciones en las revistas National Geographic, Géo, Sunday Times, Smitsonian, Life y Paris Match le dieron fama internacional. El cineasta también escribe, y se ha especializado investigar sobre la región nepalí. Sus méritos fueron reconocidos en 1992 por el rey de Nepal al concederle el Gurka Dakshin Baho “por su labor y aportes al país”. Valli ha combinado sus trabajos en publicidad y televisión. En 1999 rodó Himalaya, un documental creativo sobre la condición humana, centrado en las montañas del Nepal, que fue candidato al Oscar en 2000 en la categoría de película extranjera, y que se ha estrenado hace poco en España. Hemos hablado con el director a su paso por Madrid.
¬¿Hasta qué punto el largometraje representa la realidad?¬
Es una película de ficción, pero a la vez es un documento basado increíblemente en la realidad de esas personas que viven en la región más habitada del globo. Por tanto, tenemos un documento verídico y una historia dramática, con una evolución progresiva de sus personajes que Jaques Perrin (el productor) y yo hemos querido que fuera universal y atemporal, con una componente de realidad muy fuerte.
¬¿Qué le empujó a desarrollar un documental tan creativo?¬
¡Una frustración!, porque me daba cuenta de que en el documental muchas veces no podía captar exactamente lo que ocurría delante de mí, sea porque en esos momentos la cámara no estaba preparada para rodar, o porque entonces sólo llevaba conmigo una de fotos. Así que bajo la influencia del productor decidí recrear todas las cosas que había visto con actores no profesionales.
¬¿No cree que aunque el desenlace es positivo la película es pesimista en su planteamiento central?¬
¡Qué curioso, es la primera vez que me hacen esta observación! Es verdad que Himalaya desarrolla un conflicto cuyos personajes necesitan crecer en función de unos acontecimientos concretos, para después poner fin a sus diferencias. ¿Por qué lo encuentras pesimista?
¬Porque el detonante del film es el fallecimiento del hijo del futuro jefe que dirigirá la caravana y el tono dominante del documental es gris. Podría haber incorporado algún elemento humorístico para rebajar el pesimismo que arrastra toda la historia.¬La película ya no me pertenece. Son las personas quienes la examinan con el filtro de su experiencia personal. Es cierto que, después de haber hecho la promoción en Australia, Japón, Europa y América, es la primera vez que me dicen esto. Me parece muy interesante.
¬¿En quién se inspiró para examinar con tanto respeto el alma humana?¬
Seguramente estoy influenciado por los filmes Nanook, de Flaherty, o Los siete samuráis, de Kurosawa... Esas películas me acompañan por su forma de hacer un cine tan humano, tan real, tan sencillo. Me he volcado en esta película en cuerpo y alma, sin reflexionar con la hondura que debiera en el amor a estas gentes y a su país. Pero en esta tarea tuve el apoyo de Jaques Perrin, un gran conocedor del cine y del proceder humano.
¬¿Ha visto Kundun, El pequeño Buda o Siete años en el Tibet? ¿Constatan la realidad de la sociedad y la religión nepalíes?¬
La metodología es bastante distinta. He vivido veinte años en el Himalaya y este documental está escrito por los propios tibetanos, que interpretan en su país sus tradiciones. Yo no les decía, por ejemplo: “quiero que esto sea así”, sino que les preguntaba: “¿cómo es la realidad?”. He tratado de estar casi ausente en el filme. Es más, les dije que yo era el alumno y ellos los maestros. Quería aprender su cultura, su forma de pensar, la manera de expresar las cosas. Estuve en el rodaje de El pequeño Buda y en el de Siete años en el Tibet, pero creo que la visión de la realidad de estos grandes cineastas no tiene nada que ver con Himalaya.
¬¿Este documental sirve para preservar los hechos ligados a la tradición y la cultura?¬
No sé si se pueden preservar... Las tradiciones se funden al sol como la nieve. Las cosas cambian. Himalaya es el testimonio de una cultura, de un pueblo y de unos personajes extraordinarios en un momento dado.
¬El filme evidencia la creencia en otra vida después de ésta.¬
A estas alturas de mi vida sé que hay una segura: la que tengo. No sé si hay otras, pero la que se me ha dado, con los años que me quedan por vivir, quiero vivirla a fondo. En la película hay una frase que responde tu pregunta: “Si dos caminos se abren ante ti, coge el más difícil porque será el que saque lo mejor de ti mismo”.
¬La película abunda en símbolos y escasea en diálogos. ¿Prefería que la historia se contase con imágenes?¬
Sí, sería estupendo hacer una película del estilo de Charlie Chaplin... ¡Me encantaría! Lo que ocurre es que en las montañas se habla poco, y ésa es la única razón por la que la historia está diseñada así. Allí es todo minimalista, como la cultura zen.
¬¿Cuál es su visión sobre la familia, que circunda la historia?¬La familia es todo y muchas veces olvidamos darle la importancia que se merece. ¡En el documental todos los miembros de la familia se apoyan unos a otros para sobrevivir!
¬Himalaya ha recibido varios galardones. ¿Qué opina de los premios?¬
Está muy bien que reconozcan tu trabajo, sobre todo en esta película donde he hecho un esfuerzo físico especial y que me ha llevado años rodarla. Para mí, comunicar es lo más importante. Uno de los objetivos de mi trabajo es construir puentes entre las personas. Recientemente he estado en Himalaya con unos amigos tibetanos y me decían: “Tenemos distinta cara, distintos dioses, distintas formas de vivir, pero en el fondo tenemos los mismos huesos”. A fin de cuentas, lloramos y reímos por las mismas cosas. Los Oscar, los César, sientan muy bien, te animan, pero siempre terminan juzgándote por tu último trabajo, tu último libro... ¡Obligatoriamente hay que pasar por el filtro de los críticos!
José Luis Panero
Saturday, June 03, 2006
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