No es por ponerse tonto, pero a un servidor le parece que si no nos quejamos, no somos personas. Lo comentaba ayer con una amiga de Puerto Rico que conoce bien los avatares de esto de vivir por el mundo: Sólo sabemos quejarnos y no tenemos ni idea de lo que pasa en el pueblo de al lado.
Tanto es así que en San Juan, PR, están cobrando del orden de U$S 2000, como sueldo mínimo –es lo que cobraría una asistenta, para que se hagan una idea-, y lo habitual es cobrar alrededor de 3000. Y eso con un nivel de vida manifiestamente mejor que el nuestro y encima con playas a 10 minutos de casa. En pocas palabras, ¿qué hacemos aquí?
Nosotros nos quejamos, en España, de cobrar mil euros al mes, y a veces ni eso. 1.000 euros que más de una vez se nos quedan en menos, y disfrutando cada vez menos de nuestro estilo de vida. Si me preguntan qué hago en Madrid, yo lo tengo claro: estoy formándome, estoy terminando de estudiar, pero es obvio que no me voy a quedar aquí a ser parte del ganado ‘mileurista’.
Lo que sí que me resulta casi irónico es que los propios puertorriqueños se anden quejando del estilo de vida que tienen consolidado. Con recesión, pero que funciona gracias, en parte, al cheque del Tío Sam y a las remesas de emigrantes que están en ciudades como Nueva York, donde son incluso más que en la propia isla… aunque son como los bilbaínos: uno es Boricua hasta si nació en la Luna, que reza la canción.
Quiero decir con esto que los que se quejan no son los emigrados, sino los que se han quedado, un poco por desidia o por no tener otra opción en el horizonte, en la isla.
Y eso que a mí me pareció un sitio con muchas posibilidades. Con un urbanismo un poco anárquico, todo hay que decirlo, pero un sitio acogedor y siempre dispuesto a dar la bienvenida a alguien de fuera con ganas de trabajar seriamente.
Evidentemente, nadie nos va a sacar las castañas del fuego, y quien quiera ser emprendedor va a tener que salir adelante uno mismo, pero así es el espíritu americano. Siempre se ha de luchar para lograr algo.
Y, romanticismos aparte… quizás haya que encontrar un sitio así, donde quien lucha por algo lo consigue. Donde se valore el talento y las ganas de uno. Porque sin eso, nos convertimos en tuercas, en seres totalmente reemplazables. ¿Quieres ser una tuerca?
Miguel Vinuesa
Sunday, October 29, 2006
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