Friday, July 01, 2005

El Teatro Colón en desgracia

No sé que entienden algunos por "dato objetivo", pero evidementemente, yo catalogaría una renuncia por la salud de mi esposa como "hecho personal". Con eso dicho, hay que decir que lo del Colón no tiene razón de ser. No se puede renunciar por email, al tiempo que no se puede tener el Colón como lo tienen.

Lo realmente triste en el teatro más representativo de la Argentina es su estado interior, en el que los trabajadores están mal pagados, y peor reconocidos. El gobierno, por supuesto, no se interesa de un símbolo claro del país que pretende destruir, no gobernar. A Kischner solo le falta que manden piqueteros a destruirlo y a robar las paredes. Pero tampoco entonces mandaría a nadie para devolver el orden.

Una vez más, lo que salvaría al Colón, serían unos inversores. No una segunda fundación (que eso suena un poco a ciencia-ficción, entiéndame), sino revitalizar la primera, que está agonizando. Espero no estar contándoles nada nuevo. Las cosas se revitalizan con capital, y salta a la vista, cuando se producen dimisiones de este calibre, y el personal del teatro se pone como se pone.

Quiero ver a alguien tanto tiempo sin cobrar sueldos decentes y que esté sonriendo. Francamente, no conozco a nadie.

Hace unas semanas, una amiga mia, que llegó a cantar en el Colón, me mostró lo desilusionada que estaba porque no la habían incorporado al coro. Visto como está la cosa, quién sabe si es mejor así. Porque la historia del Colón se merece algo mejor que huelgas y Regisseur que terminan huyendo con un email...

Miguel Vinuesa

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