Saturday, December 17, 2005

EL PAÍS A la desesperada

Los malabarismos del gobiernos socialistas por mantenerse en el poder rozan ya lo grotesco. Hemos vuelto, en un santiamén, a los orígenes de este gobierno. La descoordinación entre ministros, fomenta el ridículo, y ante esa perspectiva, al gabinete Zapatero solo le queda atacar.

ZP ha recordado con éxito la fórmula que le llevó a los topes de la popularidad: la demagogia, y su labor de oposición. Lo triste es pretender usar las mismas armas de la oposición en el ejercicio del poder. Opositar contra la oposición, en vez de gobernar. Una labor de zapa que Zapa-tero lleva muy bien.

Y es que Zapa-tero mira para atrás y no puede encontrar nada en su haber. Su política es la nada. Es el enfrentamiento con la Iglesia (poderoso enemigo), es la legalización de los matrimonios gay y es la licitación a dedo de un nuevo canal de TV para su Maestro, amo y Señor, José Luis Polanco. Pero seamos honestos, Zapa-tero no es feliz construyendo. Es feliz derribando, y su "mejor victoria" es haber "derrotado a Aznar". Difícil, de hecho, ya que no se presentó a las últimas elecciones, pero le ganó.

A Zapa-tero le gusta, valga la redundancia, zapar al PP. Hacerle pagar en la oposición por haber apartado a su partido durante 8 años, dos legislaturas en la que la economía española pasó de la ruina al éxito.

Tuvo un indudable éxito con el Prestige, que vuelve a estar en voga, y poniéndose al frente de las manifestaciones contra la guerra. Para llegar al poder, en suma, no tuvo problema en aliarse con la peor escoria política de España. Y tampoco lo tiene para gobernar. ¿Qué importa si no hacemos nada mientras estemos en la Moncloa? Aténganse a las consecuencias, eso sí. Al veredicto de las urnas.

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