Los hechos, más o menos recientes en Río Negro, y que LA NACIÓN omite forzosamente, nos obligan a buscar otras fuentes para el fomento del debate. No podemos, por cuestión de legibilidad, explayarnos todo lo necesario para ser exhaustivos en este polémico, tema, sin embargo sí podemos dar las pinceladas de una tesis.
Se puede reconocer, sin ánimo de rigor, que desde que el debate sobre el aborto apareció en la sociedades occidentales, el debate ha estado presidido por la moderación. Si bien colectivos feministas radicales han planteado el aborto "libre", no se ha atendido al 100% a estos colectivos, sino que se ha buscado el término medio, un consenso entre los grupos de debate -con especial mención a las clases políticas-, que hasta ahora se había mantenido.
Sorprende pues el giro extremista que ha tomado el debate, puesto que de forma consciente nos olvidamos de la moderación para entrar en el campo del libertinaje. Proyectos de leyes como el de Río Negro se están gestando, o ya están camino de ver la luz, produciendo preocupación entre aquellos que defienden un sistema de valores fundamentalmente cristianos.
Una serie de proyectos que son el fruto inequívoco de la falta de responsabilidad que afecta a ciertos políticos, y cada vez más a las sociedades occidentales. No sería una necesidad si el rol del sexo no hubiese cambiado en las parejas. Unas parejas que no siempre cuentan con la educación mínima para tomar precauciones, y no hablo sólo de embarazos no deseados, sino de enfermedades como el SIDA, que ya no sale en las noticias, y se cobra millones de vida cada año.
No hay responsabilidad, en suma, porque no se educa, y la educación existente tiene una deficiencia moral que va camino de ser insolventable.
Todo esto a pesar de una posición de la Iglesia clara, explicada y argumentada. Sus detractores -el Demonio, el primero- se aferran en tildarla de escorada pero ¿qué otra cosa podemos esperar de sociedades dónde la moral está en decadencia? No se asombren de que luego autores como Baverèz escriban "la Francia que cae", diga lo que diga Villepin. Para la Iglesia, el aborto es un asesinato. Lo es moralmente, lo es biológicamente, y a pesar de eso se sigue haciendo.
Es imprescindible que las sociedades reacciones, y proyectos de ley como el de Río Negro sean enterrados y olvidados. Suficiente tenemos ya con los "parches" actuales. No vamos a resolver el problema con estas leyes, y se cree erróneamente que una ley más radical sí lo hará. Mientras sigamos sin moral, no esperemos soluciones mágicas.
Miguel Vinuesa
Saturday, March 18, 2006
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