El problema de la educación en España

Gobierno nuevo, educación nueva. Ese es el planteamiento que se viene siguiendo en España desde la transición e instauración de la Democracia. Y no puede ser. Desde 1975, no ha habido dos gobiernos que se pongan de acuerdo en hacer un plan de estudios en los colegios para un medio o largo plazo. Hablar de educación se ha convertido en el principal caballo de batalla en todas las elecciones, y tengan por seguro que si el PP vuelve a gobernar algún día en España (quiera Dios que sea pronto), volverán a cambiar esta LOE que hoy se remite al Congreso.

Además, creímos que con la LOCE de la señora Castillo, habíamos evolucionado hacia un punto de vista más equitativo para formar a nuestros hijos. Hay que darse cuenta, con preocupación por cierto, de que eso no ha sido así. Cuando creíamos que por fin nuestros hijos no pasarían al siguiente curso con 5 asignaturas, nos damos cuenta que el retorno a la LOGSE es inevitable.

No es una cuestión de que por ser socialista se sea "malo", pero hay un argumento ideológico en este modo de proceder de todos los gobiernos socialistas, que tiene como cara más visible, lo que han hecho con Andalucía.

En nuestra Comunidad Autónoma más sureña, llevan gobernando lo suyo: toda la vida. Así, será un sitio con infraestructuras, carreteras, ruinas de la Expo, etc. pero el capital humano que se ha generado en Andalucía sigue siendo pauperrimo. Ya no hay emigración interna, o casi, a Cataluña o Madrid, lo cual indica que algo han levantado cabeza, pero sigue contándose entre las regiones más atrasadas de España. Y en eso la educación juega un papel fundamental, porque quién no se educa, luego no puede aspirar a grandes metas.

Por eso, lo que hagamos ahora va a repercutir a lo largo de 25 años, de una generación entera. No se puede jugar con la educación, porque es hipotecar nuestro propio futuro. Si nos dieramos cuenta de ello, y hubiese responsabilidad política en España, jamás se habría dejado algo tan importante en manos de las CCAA, y sobre todo, habría unidad de criterio ante ese desafío.

Pero en España, por lo visto, nos gusta hacer las cosas mal.

Miguel Vinuesa