Como bien saben todos ustedes, y sino se lo digo ya, el 23 de Octubre, la Argentina elige a sus representantes en la Cámara. El Presidente Kischner, con ojo previsor, se ha dedicado desde Marzo pasado a hacer campaña, con el dinero, eso sí, de todos los contribuyentes.
Se repite un tópico que creíamos había quedado en la literatura de los autores del realismo mágico, tan característico de esa Latinoamérica "profunda": un político corrupto dando discursos en pueblos perdidos del interior, con la mitad de un auditorio comprado de antemano por una bolsa de comida.
Espero que no lleguemos a aquellos extremos en que el también Peronista Duhalde regalaba un par de zapatillas por participar en un acto electoral. Sería volver a reivindicar, a gritos, que en Argentina, y por extensión en toda Latinoamérica, las cosas no cambian. Que la corrupción es un modo de vida y que eso no va a cambiar.
Francamente, no veo que el problema sea que un Presidente dé discursos en el interior. Si hubiera motivo, como por ejemplo en la Fiesta Nacional del 9 de Julio, hasta me parecería extraño que no ocurriera. Lo escandaloso hubiera sido utilizar dichas fechas para atacar a la oposición.
Y lo que es ya motivo de censura, por decirlo suavemente, es que para lo único que viaje un presidente, es para pedir el voto a sus paisanos. Teniendo que gobernar un país, que no lo gobierna, se dedica a viajar.
Veremos, aunque tampoco espero milagros, si la ciudadanía responde a esa falta de respeto con un voto de castigo. Porque si ha picado en el anzuelo, ni el cuento más sórdido de García Márquez o Alejo Carpentier van a reflejar lo que pudiera hacer este inepto de Kischner sin estar "atado de manos", como ya dijo.
Saturday, July 23, 2005
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