TRECE ENTRE MIL
España, 2005. C-90’. Drama real. Director: Iñaki Arteta. Intérpretes: Trece familias rotas por la violencia etarra. Distr.: Notro Films. CE: Mayores de 18 años. VM: Adultos. VA: HHHH
El terrorismo de ETA, para miles de ciudadanos españoles, ha sido determinante en su vida. Pero poco sabemos sobre la complejidad de los acontecimientos que vivieron los familiares de las víctimas, de las peripecias de su experiencia vital posterior.
Hombres, mujeres y niños asesinados, unos indiscriminadamente, otros tras sufrir una cruel persecución al más puro estilo nazi, componen las trece historias de este espectacular trabajo documental, que constituyen una mera representación del gran colectivo de afectados por terrorismo en nuestro país, y que son la encarnación física del dolor sin límite, fruto de la injusticia e impunidad de algunos asesinatos y de la falta de solidaridad social.
En la película, una pregunta queda en el aire: ¿cómo es posible que en una sociedad del siglo XX, culta, adherida a la democracia, el terrorismo haya sembrado tantas dudas sobre su legitimidad y las víctimas hayan sido sometidas durante tanto tiempo al abandono por parte de sus conciudadanos, a ser ninguneadas?
Trece entre mil es una película perturbadora. Pero una obra necesaria, porque está claro que la mayor parte de los ciudadanos —desde hace poco— ha empezado a sentir como propia la verdadera tragedia del terrorismo, y ahora quiere dar respuesta a la alarmante falta de propuestas cinematográficas actuales, comprometidas con esta trágica realidad.
Se han seleccionado unos casos entre los colectivos que han aportado mayor número de víctimas (civiles, policías nacionales, guardias civiles), y otros que destacan por las especialmente dramáticas consecuencias de algún atentado concreto, como la muerte de niños, por ejemplo. También hay documentos estremecedores, que se han caracterizado por las extrañas formas de la ejecución del asesinado, pasando por los azarosos cruces de caminos entre la víctima y su asesino.
Todos los testimonios tienen en común el olvido generalizado al que se han visto abocados, a causa de la desgraciada cantidad de muertos que esta lacra ha causado. Algunos casos pueden resultar increíbles, como increíble puede resultarle a un espectador medio español esta falta de memoria histórica. Igual de sorprendente resultará a un observador extranjero que lo que se narra haya sucedido en un lugar de la Europa occidental a finales del siglo XX.
Hay películas ante las que es imposible, si se tiene una pizca de sensibilidad, no implicarse, no emocionarse, quedarse al margen. Esto sucede con Trece entre mil, un filme para todos aquellos espectadores que consideren al terrorismo la encarnación del mal, sembrado siempre sin distinción política.
Les voy a pedir un ruego personal: vayan a verla pronto, porque es una película pequeña que se exhibe, cuando esto se escribe, sólo en 10 salas del país, y ojalá funcione bien el boca a boca.
José Luis Panero
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