Las advertencias nunca son en vano, y las que un lúcido y muy amante de la Argentina Ortega y Gasset hizo hace ahora más de 50 años, están más en vigencia que nunca. El juicio político a Aníbal Ibarra supone, desde luego, una "rebelión de las masas". Una rebelión, sí, contra la corrupción que impera desde hace demasiado tiempo, y contra la que nadie hace tampoco mucho, pero en mi opinión, una corrupción de la que no podemos culpar ahora, y sólo por capricho, al intendente actual.
Agarren a todos los intendentes, desde que Buenos Aires es ciudad autónoma y métanlos en la cárcel... pero claro, eso no vende. La turba necesita una solución expeditiva y cruel a sus problemas, y sus miserias. En este momento, por crudo que parezca, solo quieren venganza. Venganza, primero, por perder a seres queridos en un boliche, venganza porque no tienen a quién culpar ahora que el propietario de Cromagnon está preso.
Lo que está en juego en este juicio político es algo más grave, sin embargo, que las vidas humanas que se perdieron. Se juega con la irresponsabilidad política de poder procesar a cualquiera por cosas que no ha hecho. Tuvo Ibarra algo que ver con el incendio del boliche? Encendió él la mecha? Porque de eso se le acusa.
Los únicos que tienen la culpa, y lamento ser tan mordaz, son los muertos de Cromagnon que encendieron bengalas en un sitio cerrado. Esa gente, de estar viva, es la que merecería un proceso, y no un político.
Probablemente Ibarra tendrá su responsabilidad por dejar de hacer controles y demás, pero no busquen en él a la raíz de los males. De hacerlo habrán eliminado sólo una de las muchas cabezas de esta Hidra. Y hechos como este se repetirán.
Miguel Vinuesa
Saturday, November 19, 2005
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