Saturday, October 01, 2005

CINE: Princesas

Se ha convertido Fernando León de Aranoa en un excelente narrador de historias sobre temas sociales. Continúa hurgando en la herida que no cicatriza de los males y de las miserias que invaden el enclave urbano. Prueba de ello son sus tres anteriores películas, Familia, Barrio —donde nos invitaba a mirar lo que sucedía en el extrarradio de la ciudad— y Los lunes al sol —reflejo desencantado sobre un grupo de desempleados— con las que obtuvo tres Goyas al mejor director.

Princesas es la historia de dos mujeres, de dos prostitutas, de dos princesas. Una de ellas se llama Caye (Candela peña), tiene casi treinta años, el flequillo de peluquería y un atractivo discutible, de barrio. Es una chica “normal” de familia de clase media, que tiene un importante lío afectivo en su cabeza. Zulema (Micaela Nevárez) es una princesa desterrada, dulce y oscura, que vive a diario el exilio forzoso de la desesperación. Es madre de familia que ha dejado a su hijo de cinco años en Santo Domingo. El encuentro entre ambas desencadenará un conflicto más próximo a las relaciones humanas.

Interesante propuesta la del realizador español que realiza su particular anatomía sobre el ejercicio de la prostitución en Madrid. Narrada con sobrados golpes de humor, para aliviar la crudeza del drama, la cinta cuenta con la espléndida interpretación de la expresiva Candela Peña y de la puertorriqueña Micaela Nevárez, que están acompañadas por un reparto excelente. Especial atención debe ponerse al dueño del bar, (Enrique Villén); a la madre de Caye (María Cordero), y a la toxicómana del barrio, (María Ballesteros). En el filme se comprueba cuánta desconfianza existe entre las prostitutas, cuando algunas “invaden” la zona de trabajo de otras, o cómo Caye tiene engañada a su familia sin revelarle su auténtico trabajo.

Princesas también arroja un punto de vista curioso sobre la cultura de estas mujeres, que León de Aranoa sitúa en niveles muy bajos. Los argumentos esgrimidos en torno a un hecho social, según ellas, sólo es válido si la respuesta proviene de lo que han anunciado los medios de comunicación. Pero lo que hace creíble la historia es la carga de humanidad de todas estas mujeres. Eso sí, parece que a ninguna le importa ejercer la prostitución.

Tanto la puesta en escena como el guión son brillantes —el texto es más ágil y dinámico que el de Los lunes al sol— y los diálogos son frescos y vivos, aunque por su sordidez podrían herir determinadas sensibilidades. Muy bien estructurada, la cinta hace hincapié en los malos tratos por parte del hombre, aunque la presencia en el conjunto del filme sea casi anecdótica. León de Aranoa carga la tinta en las historias sobre la venganza y el chantaje, es decir, que se pone al lado de las prostitutas, y hay algunas escenas de sexo explícito que desequilibran el tono del drama. Deja bastante mal al equipo de voluntarios, que socorre a las prostitutas, cuando uno de ellos se deja seducir por Zulema. En este punto, León de Aranoa confirma, confundiéndose, el tópico de que todos aquellos que colaboran en ayudar a este colectivo, también se sienten atraídos por las mujeres “de vida alegre”.

El director español introduce, con calzador, la subtrama romántica donde Caye mantiene una relación con un hombre de buenas intenciones, ajeno al mundo sobre la prostitución; trama que queda inconclusa y difusa. Durante los variopintos diálogos —sobresaliente muestra en la escritura del guión—, entre Caye y Zulema, y que centran la historia, hay dos reflexiones interesantes. Caye desea saber, al margen de su trabajo, si “existirá por ahí alguien que piense en nosotras y no al revés”. También, ella misma se plantea el sentido sobre la trascendencia al sentenciar, “Zulema, no creo mucho en Dios, si he pensado, ¿no?..., y creo que lo peor sería que hubiese otra vida y que fuera como ésta”.

Se agradece el tratamiento que León de Aranoa da a la familia, asumiendo las características propias de otros personajes, que también viven un drama personal, muy en sintonía con el conjunto del filme. El final, ambiguo, deja preparado al espectador para que decida por sí mismo el rumbo de los acontecimientos.

Queda, en conjunto, una notable fábula lírica, que ahonda parcialmente en los temas sobre la prostitución, y en la que hay una camuflada pretensión sobre la legalización de este ejercicio, como si se tratara de un trabajo comparable a cualquier otro. Eso sí, no es apta para cualquier público.

José Luis Panero

1 comment:

+Miguel Vinuesa+ said...

Casi parece una constante del cine español: cuanto más escabroso y escatológico sea el argumento, mejor.

Sinceramente, es una pelicula que no me atrae. No todos estamos preparados para una realidad que a veces se pinta tan crudamente. ¿Podemos hablar de un "cine-realidad en España, José Luis?

MIKI